El cierzo es el viento dominante del Valle del Ebro. Es un viento en dirección Noroeste, se origina cuando hay un anticiclón en el Golfo de Vizcaya (mar Cantábrico) y una borrasca en el mar Mediterráneo, provocando una diferencia de presión entre ambos mares, que canaliza el viento por todo el valle, provocando una sensación de frío en invierno y de frescor en verano, además de ser muy seco, el cierzo puede alcanzar velocidades de 100 km/h. La máxima observada, según los datos disponibles, es de 160 km/h en julio de 1954. Este viento, aunque por un lado sea muy seco, y provoque un efecto negativo en la vegetación, por otro lado se utiliza para producción de energía eólica a base de aerogeneradores, sobre todo en La Muela. sirve para librarnos de la contaminación atmosférica en las grandes ciudades como Zaragoza.
Cuando hay muchos días de estabilidad atmosférica, las partículas contaminantes se acumulan en el aire.Floristán Samanes (1978) señaló que era un viento de características similares a la Tramontana (Ampurdán), al Mistral (valle del Ródano) y al Bora (Balcanes), puesto que es desapacible, frío en invierno y aporta frescor en verano y se produce debido al contraste atmosférico con bajas presiones del Mediterráneo.[2]
Ya Catón el Censor (s. II a. C.) se refiere en sus crónicas a este viento cercio de la Hispania Citerior, que era capaz de derribar a un hombre armado o carretas cargadas. Aulo Gelio lo denomina circius, que provendría del ibérico cercius.
El cierzo condiciona la vida del Valle del Ebro porque es un viento desecante y las plantas deben luchar contra la sequedad que origina. Igualmente, los agricultores deben proteger sus cultivos de huerta con barreras de cañas o plantaciones de árboles, que se denominan pareteras de caña, enramadas, abrigaños o bardos. Sin embargo, también puede tener efectos beneficiosos para la agricultura al dificultar el desarrollo de ciertas plagas.
El otro viento importante es el bochorno, un viento de dirección suroeste, templado y húmedo en primavera, y en invierno y verano muy seco, lo que provoca una bajada brusca y rápida de la humedad relativa en el ambiente.
En su avance río arriba, las legiones romanas se toparon con enemigos temibles, como los sadetanos o los ilergetes, pero pocos tan invencibles como el "cercius". Un viento que, al decir de Catón, "era tan potente que podía derribar a un hombre armado y a una carreta cargada". Es fácil imaginar al fiero Catón encorvado contra el Cierzo, echando de menos su palacete de Roma y pensando "¿Dónde demonios me he metido?".
Quien soporta el clima de Zaragoza soporta cualquier clima del mundo" , dice el dicho.
SL
