Sufro llorando, el error perdido.
Y anima el tibio desengaño
no remediando el bien nuestro daño
que nunca llegue el ciego olvido.
Llegó y apresuró la triste pena,
tiembla el pecho triste y aterido.
Si huyo en la red y caigo rendido
pero el libre amor me vio en condena.
No merezco la culpa de mi suerte.
Fue el nudo hermoso y placentero
en la triste risa un sí quiero,
postrera ya se anuncia mi muerte.
Desampara el horror y el miedo.La paz me niega el mar embravecido.
Mas quiero y absorto remar no puedo.
Arquero perdido en los bordes de mi reino,
sonrisa inadvertido, mirada de misterio,
calidez en el alma y llameante el cuerpo.
¡ Qué me atrapen las redes sedosas de tus dedos!
y me sienta sirena de espuma ,sal y arena,
en las olas salvajes, que elevas con tu aliento.
Brindaré con tus labios en infinito beso,
y tu purpúrea boca no seguirá mintiendo
¿Qué me ocultan tus ojos que adivinar no puedo?
Citas desconcertantes de placeres terrenos.
De luces apagadas, de rosas impregnadas
de aroma exquisito que perfuma el recuerdo.
Mi corazón de pena se encuentra prisionero
y busca tu silueta por el mar y la tierra,
se desboca en los aires y se cree cometa
en el cielo acolchado de tus mullidos sueños.
Cuando caiga la tarde seremos enemigos
bebiendo sin paladar el vino de la derrota.
JOSÉ CARLOS RINCÓN SANCHO.