Tiene su origen, al parecer, en la época musulmana, y
posteriormente, pasó a los moriscos hasta el siglo XVII, con el objeto de
recogerse el pelo y secarse del sudor durante el trabajo de labranza.
Es un pañuelo, que generalmente llevan los hombres,
adaptación de la indumentaria de labor, y actualmente como complemento al traje
regional masculino. Antiguamente podía ser de cuadros de varios colores, o con bordados o
estampados.
Va plegado y anudado en la cabeza, sin cubrirla, rodeando la
frente, como si fuese una faja.
Su popularización fue a partir de 1953, cuando Demetrio
Galán Bergua, médico del barrio de las Delicias, dio varias conferencias en el
Ateneo de Zaragoza, con la idea de popularizar la jota. En esas charlas Pascual
Yrache propuso la creación de la Asociación de Amigos de la Jota, para
revitalizar el canto y baile regionales y velar por su pureza. Allí se reunían
para degustar gastronomía aragonesa, y disfrutar de espectáculos de jota. Para asistir
a las citas solo había una pequeña obligación de vestuario: las mujeres debían portar el tradicional mantón sobre sus
hombros, mientras que los hombres tenían que llevar atado en su cabeza el
pañuelo que había acompañado en muchas generaciones en el campo y que ahora Galan Bergua había rebautizado
como cachirulo.
Mucho ha llovido desde entonces. Y ahora el cachirulo es una
prenda tradicional que prácticamente cualquier zaragozano tiene
en su casa. Se lleva de innumerables maneras: ajustado a la cabeza, atado al
cuello, a modo de brazalete, de pulsara, de diadema… Y se ha convertido en ese gran emblema por lo que
tanto peleo el célebre medico aragonés.
Los cuadros negros y rojos ya son parte de nuestra cultura y
llegaron a nosotros gracias a la concienciada labor de Galan Bergua porque ya
saben lo que dicen: “más vale maña que fuerza”
JLS