miércoles, 13 de mayo de 2015

LEONARDO DA VINCI

Leonardo da Vinci es uno de los grandes genios del Renacimiento, destacando como artista, pintor, escultor, inventor y descubridor.
 Nació en 1452 en la villa toscana de Vinci, hijo natural de una campesina, Caterina, y de Ser Piero, un rico notario florentino. Italia era entonces  un mosaico de ciudades-estado como Florencia, pequeñas repúblicas como Venecia y feudos bajo el poder de los príncipes o el papa. El imperio romano de oriente cayó en 1453 ante los turcos y apenas sobrevivía aún, muy reducido, el Sacro Imperio Romano Germánico: Era una época violenta en la que, sin embargo, el esplendor de las cortes no tenía límites.
ESTUDIOS
Aprendió en el taller de Verrochio. Con 20 años es maestro independiente, aunque se mantuvo en este taller hasta su marcha a Florencia.
En 1482 se traslada a Milán, ofreciendo sus servicios al duque de Sforza. Allí estuvo durante 17 años, aunque siguió recibiendo encargos desde Florencia.
Leonardo realizó en total unos cuarenta cuadros, de los cuales sólo unos quince llegaron hasta nosotros. Las primeras obras antes de su partida de Florencia están claramente  marcadas por la influencia de sus maestros. Se encuentra en ellas, como en La Anunciación, una gran seguridad en el trazo y  un cuidado en la representación de los detalles florales y de las decoraciones arquitectónicas.

A partir de La adoración de los Magos, obra que quedó inconclusa, su estilo se hizo más personal. Los personajes son múltiples y las fisonomías muy variadas. Sobre todo el grupo principal, la Virgen y el Niño, aislados en medio de esta muchedumbre, no están dibujados con contornos muy acentuados; están, al contrario, ligeramente esfumados.
Es la técnica del sfumato, propia de Leonardo: Durante su estancia en Milán, Leonardo pintó en muy pocas ocasiones; sin embargo, este período estuvo marcado por la realización de dos obras maestras: La Virgen de las rocas (1483) y La última cena. Ese gran fresco del refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie en Milán, realizado entre 1494 y 1497, le fue encargado por el duque Ludovico Sforza. Leonardo eligió representar allí el momento que Jesús anuncia la traición que sufrirá, razón de la tensión dramática que lo anima. El rostro de San Juan, El rostro de San Juan, imagen de dulzura y de inocencia, contrasta allí con el de Judas.
El último periodo período para la pirrara de Leonardo corresponde  a su segunda estancia en Florencia. Sin duda, allí, además de estar atareado en sus actividades de ingeniería militar, pintó entonces La Virgen Y Santa Ana, leda, y la Gioconda. Todos estos cuadros se distinguen por la pose agraciada de los modelos y la dulzura del esmerilado, lograda gracias al sfumato.
Como ingeniero del Renacimiento, podemos decir que los cuadernos que empezó a llenar Leonardo desde su llegada a Milán nos dan testimonio de su curiosidad casi universal. Recopiló allí notas y centenares de croquis, informándose de los tratados existentes en los distintos campos, desde el arte militar a la geometría, pero también dibujando
del natural.
Por último, y ya como artista al servicio del príncipe, podemos decir que Leonardo da Vinci estuvo al servicio de numerosos soberanos, y que ha permanecido entre los artistas más grandes del Renacimiento, junto con Miguel Ángel y Rafael. Encarnó el sueño de universalidad, belleza y armonía que no resistió a las guerras de Italia. Es paradójico que aquel que quiso ser a la vez artista y hombre de ciencia, figure en la historia ante todo ante todo como un gran pintor, a pesar de las pocas obras pictóricas que dejó.
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