JULIO -SEMANA 4-
CABALLO CIMARRÓN O ASILVESTRADO
Imagen extraída de: https://www.expertoanimal.com/curiosidades-de-los-caballos-25666.html
Un caballo
cimarrón o asilvestrado es un caballo que vive en
estado salvaje pero que tiene antepasados domésticos. Como tal, un caballo
cimarrón no es un animal salvaje en el sentido de un animal sin ancestros
domesticados. Sin embargo, algunas poblaciones de caballos asilvestrados son
tratados como fauna silvestre..., y estos caballos son llamados comúnmente
caballos «salvajes». Los caballos cimarrones son descendientes de caballos domésticos
perdidos, escapados o que fueron deliberadamente liberados al mundo salvaje y
lograron sobrevivir y reproducirse allí. Alejados de los humanos y con el paso
del tiempo, los patrones de comportamiento de estos animales tiende a
revertirse a un comportamiento muy similar al de los caballos salvajes. Algunos
caballos que viven como asilvestrados son en ocasiones cuidados y utilizados
por humanos, en especial si son de propiedad privada, y son conocidos como
«semi-cimarrones».
Los caballos cimarrones viven en
grupos llamados bandas, caballadas, tropillas o manadas.
Las manadas de caballos cimarrones, al igual que las manadas de caballos salvajes, son conformadas por
pequeños grupos liderados por un caballo macho dominante, acompañado de otros
machos, sus potros, y caballos inmaduros de ambos sexos... Por lo general
existe un semental,
aunque ocasionalmente unos cuantos machos menos dominantes puede que se
mantengan con el grupo. Las manadas de caballos en estado salvaje son más
apropiadamente descritas como pequeños grupos que comparten un territorio en
común. Los grupos por lo general son pequeños, pueden tener desde tan solo tres
a cinco animales, como pueden llegar a contar con más de una docena. Esta
composición suele variar con el paso del tiempo a medida que animales jóvenes
son expulsados del grupo en el que nacieron y se unen a otros grupos, o
sementales jóvenes desafían a machos más viejos por el control. Sin embargo,
dados los ecosistemas cerrados como los refugios en los que la mayoría de los
caballos cimarrones viven hoy en día, con el fin de mantener la diversidad
genética el tamaño mínimo para una población sustentable de caballos
asilvestrados es de unos 150-200 animales.
Información
extraída de: https://es.wikipedia.org/wiki/Caballo_cimarrón
P.P.
HOMENAJE
A IBÁÑEZ
Imagen extraída de:https://okdiario.com/sociedad/muere-87-anos-dibujante-francisco-ibanez-creador-mortadelo-filemon-11264841
Mortadelo y Filemón, El
botones Sacarino, Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, todos los personajes de
13, Rue del Percebe y tantos otros se han quedado huérfanos de autor. El pasado
sábado fallecía en su Barcelona natal Francisco Ibáñez, el historietista más
famoso y aclamado de nuestro país.
Merece por su obra y
transcendencia que se le reconozca entre los cinco grandes del comic europeo:
Pratt, Moebius, Hergè, Goscinny e Ibáñez.
Fue un autor de un
talento inagotable, de una producción amplísima, de una trayectoria
dilatadísima en el tiempo (desde 1958, en que entraría en la editorial Bruguera
hasta este mismo año, en el que había sacado su último álbum, ahora
cotizadísimo, dedicado al Mundobasket que se celebrará en septiembre, firmado a
sus ochenta y siete años), traducido a casi todos los idiomas. Hubo años en los
que solamente el valor de su producción era el 20% del valor global de todo el
cómic español.
Envió su primer dibujo a
los once años, a la revista Pulgarcito. Entró a trabajar en una profesión
seria, en el Banco Español de Crédito. Por supuesto, se aburría enormemente y
se pasaba todo el día dibujando a escondidas. “¿Otra vez, Ibáñez?” era la frase
que más se repetía en la oficina. Hasta que por fin se decidió a abandonar el
oficio que tanto le aburría y se lanzó a trabajar como dibujante y guionista en
la editorial Bruguera, especializada en cómic destinado al público infantil.
Le encargaron una
historieta para completar la revista Pulgarcito, en principio para sólo un par
de semanas. Había nacido su hijo más célebre: Mortadelo y Filemón, agencia de
información. Curiosamente el nombre no estaba en la terna de los que les
propuso Ibáñez a la editorial, sino que fue una creación original – y,
evidentemente, con mucho tirón – de la misma.
Lo que en principio iba a
ser sólo una historieta de relleno se convirtió en una saga muy querida por el
público. Tenía la novedad y el hallazgo singular de que había un gag en cada
viñeta, no solamente en la viñeta final, como era lo habitual hasta entonces.
Los personajes, aunque
eran los mismos que actualmente, tenían ciertas características diferentes a
los de ahora. Parecían semejar una pareja de detectives británicos, al estilo
de Sherlock Holmes y Dr. Watson. Con el tiempo Ibáñez los afinaría y les daría
su apariencia actual.
Pero Ibáñez no agotó su
talento y creatividad en los que serían luego agentes de la T.I.A. (Técnicos de
Investigación Aeroterráquea), con sus compañeros el superintendente Vicente,
caricatura del máximo jefe de Bruguera, el loco Doctor Bacterio y la secretaria
Ofelia, sino que dio rienda suelta a su feraz imaginación, y, así, en 1961
aparecieron la serie 13, Rue del Percebe y uno especialmente querido por el
autor, el entrañable Rompetechos. En 1963 apareció El botones Sacarino y en
1966, las hazañas de Pepe Gotera y Otilio.
En todas ellas demostró
Ibáñez un talento sagaz para la construcción de personajes, la introducción de
tramas menores dentro de la principal de la historieta, un humor quizá algo
ácido, con tintes pelín sádicos y, en los últimos años, aproximación a los
personajes de la actualidad.
Gracias, muchas gracias,
querido autor, por tantos y tan buenos ratos que nos hiciste pasar y, sobre
todo, por la ilusión con que íbamos todos los viernes a los quioscos a comprar
el ejemplar semanal de DDT, Tiovivo, o ya en festividades señaladas, los
álbumes o las colecciones encuadernadas de SuperHumor.
No viviste más que para
tu trabajo, tus personajes vivieron las aventuras que tú nunca pasaste, y tu
legado será siempre agradecido por todos nosotros.
J.A.S.
LAS
DOS MUERTES DE LOS ENFERMOS MENTALES
Imagen extraídade: https://pixabay.com/es/photos/duda-portrait-dudas-idea-pensar-2072602/
Una de las grandes
ventajas de no haber ido a votar nunca es que jamás te das un berrinche, porque
nunca pierdes las elecciones. En estos lunes de resaca electoral, agradeces
mucho el ser apolitico.
Así como se dice que una
persona que ha escapado cuasi milagrosamente de la muerte, bien sea por haber
sobrevivido a un accidente o a una gran catástrofe, bien por haber superado un
pronóstico clínico de extrema gravedad, tiene dos días de nacimiento, el
natural y el día en que se libró de la parca, los enfermos mentales tenemos
también dos días de la muerte.
Un día será el que nos
corresponde como a cada ser viviente del planeta. Como decíamos en la carrera,
en uno de esos latinajos que tanto nos incomodaban cuando estudiábamos y que con
tanto orgullo destilamos una vez acabada la carrera, será “certus es an incertus quando”. Pero los
enfermos mentales tenemos al menos otro más.
Se trata del día en que
se trastocó nuestra vida para siempre. Aquella vida normal que llevábamos antes
de que se produjera el acontecimiento que nos alteraría para el resto de
nuestra existencia. Y es, como dice el aforismo, “No hay peor ni más larga
condena que la de morirse uno de pena”. Nuestra enfermedad como cadena
perpetua. Todos sabemos que nunca nos curaremos, que tenemos que afrontar que
nos acompañarán sus achaques y sus sufrimientos todo el tiempo que vivamos.
Y me refiero, en
concreto, a ese día en que nos vimos desbordados por nuestra enfermedad. Ese
día en que se produjo vuestro primer brote psicótico, aquel día en que
ingresasteis en el hospital por primera vez, el momento en que el psiquiatra os
comunicó, y también a vuestros padres, el fatal diagnóstico. Y la certeza de
que tendríamos que estar esclavizados al tratamiento, con todas sus secuelas y
efectos secundarios. De por vida. Sin esperanza de curación; únicamente de
mejora, de ir sobrellevando nuestra enfermedad de la mejor manera posible.
Pero no caigamos en la
desesperación. Los tratamientos han mejorado substancialmente – y lo que
progresarán – con respecto a no hace tantos años. Cada vez se consiguen evitar
en mayor medida todos los efectos indeseados. Y cada vez cuenta la salud mental
con mayores y mejores recursos para atendernos, como es el caso de nuestro
querido centro Adunare, que tanto coopera para nuestro equilibrio y estabilidad
mental y emocional.
J.A.S.