miércoles, 24 de abril de 2019

RECETA DE TIGRE

Hoy vamos a ver la receta de una tapa muy popular: el tigre.
Como ya sabréis no se trata de cazar un tigre y asarlo a la parrilla, sino que es una receta que se hace con mejillones.
Los tigres pueden hacerse como croquetas de mejillones, o hacerse muy parecidos a las croquetas sin terminar de serlo, y que una vez cocinados, se ponen en las conchas bien limpias de los mismos, se pasan por huevo y pan rallado, y se les da la fritura definitiva, como aparece en la foto de portada. La ventaja sobre las croquetas es que, como tienen por base la misma concha del mejillón, no se nos van a romper, o será muy difícil que eso ocurra.
INGREDIENTES:
PARA EL RELLENO:
1 kg. de mejillones frescos.
1 cebolla
1 tomate grande o dos medianos para freír (no vale de lata)
Aceite de oliva
Sal.
PARA LA BECHAMEL BÁSICA
300 gramos de mantequilla
300 gramos de harina
½ litro de leche entera
½ del caldo que los mejillones hayan soltado en la cocción
Sal
Pimienta negra
Nuez moscada

PREPARACIÓN:
Primero, limpiamos los mejillones, los lavamos bien, y los echamos en una cazuela con agua hasta cubrirlos y los cocemos a fuego medio, tapando la cazuela para que se hagan al vapor. Cuando los mejillones se abren, retiramos la cazuela, y escurrimos el caldo, y reservamos, no lo tiramos.
A continuación haremos el relleno, picamos en trocitos pequeños la cebolla y el tomate, y lo mismo hacemos con los mejillones cocidos, que separamos de la concha, pero éstos los dejamos de momento aparte.
Ponemos la sartén al fuego y echamos un chorreón de aceite de oliva virgen extra a ser posible (o el aceite que os dé la gana y vuestro bolsillo aguante), esperamos que se caliente bien, pero no demasiado, echamos la picada de cebolla y tomate, y dejamos que se sofría unos diez minutos hasta que se integren; en ese momento echaremos los mejillones picados y removeremos hasta que el sofrito tenga consistencia y los mejillones hayan soltado toda el agua que aún contuvieran integrándose en el sofrito.
Cuando el sofrito esté terminado, apartamos y reservamos dejando que se enfríe.
Por supuesto este es un sofrito básico, si queremos echarle más cosas, por ejemplo, pimiento verde y rojo bien picados, zanahoria bien picadita, y lo que se nos ocurra, pues lo hacemos; más rato costará en hacerse el sofrito, pero también tendrá más ingredientes y será más sabroso, si bien, tengamos en cuenta que el elemento estrella deberá ser el mejillón, porque si hacemos un sofrito donde hay que preguntar a los astros si la tapa lleva mejillón o no, pues no será un gran triunfo.
    
AHORA VIENE LA BECHAMEL.
Si nos acordamos de la anterior receta de croquetas de bacalao, la bechamel se hacía junto con el bacalao y los demás ingredientes. El bacalao desalado se había convertido en un pescado fresco y había que cocinarlo bien, y además hacíamos croquetas, cosa que con el tigre no es obligatorio del todo, pues hay dos versiones, una en que se hacen auténticas croquetas de mejillones, el mismo proceso que con las croquetas de bacalao, pero con mejillones y que se presentan sobre la concha, y la otra en que se hace el relleno de mejillones y se les recubre de una bechamel ligera para darles sabor, se empana todo y se presenta como un mejillón frito.
Y yo me decanto por esta segunda posibilidad.
Ya hemos cocido los mejillones y los hemos sofreído con el tomate y la cebolla, de modo que no tenemos que hacer una bechamel para croquetas, sino una bechamel básica, que se hace con harina y mantequilla, misma cantidad en ambos ingredientes y la leche, pero en vez del litro entero de leche, medio litro, y otro medio litro de caldo de mejillones para darle más sabor a la tapa, y esta es la razón de que echemos más mantequilla y harina para hacer una bechamel consistente, pues el caldo de mejillones es agua y no espesa tanto como la leche.   
Aunque no importa si nos espesa mucho o poco, porque esta bechamel no es para croquetas específicamente, sino que la vamos a echar por encima del relleno, y luego la rebozaremos en huevo y pan rallado, y la concha será un soporte sólido para la tapa. Para esto cubriremos la tapa con bechamel ligera, es decir, el relleno con una capa por encima de bechamel, no para dar consistencia al relleno que ya lo tiene, sino para añadir sabor y gusto al mismo, por eso la bechamel nos puede salir un poco más líquida sin necesidad de estar dándole a la varilla durante veinte minutos.
Pues bien, echamos la mantequilla a la sartén, la derretimos, añadimos la harina, cocinamos durante seis o siete minutos hasta que se forme la pasta de mantequilla y harina perdiendo ésta su sabor crudo, a continuación echamos la leche, poco a poco, también echamos la nuez moscada, la pimienta negra y la sal, vamos removiendo, y cuando empiece a coger consistencia echamos el caldo de mejillones, y removemos hasta que tome la consistencia requerida. Pero en vez de veinte minutos removiendo con la mitad de tiempo, será suficiente.
Si hiciéramos una croqueta auténtica de mejillones, no bajarían de veinte minutos dándole a la varilla hasta conseguir una masa de croquetas perfecta (lo mismo que en  la anterior receta de croquetas de bacalao): paciencia, brazo consistente y mano experta, y lo mismo de nuevo, una vez terminada la masa, cuando ya no se pega a las paredes de la sartén, apartar sobre una fuente, cubrir con plástico pegado a la bechamel para que no se forme costra, y esperar a que se enfríe cuatro horas mínimo.
Pero como no tenemos por qué hacer croquetas, si hacemos una bechamel líquida, la dejamos enfriar menos tiempo, una hora o dos, pues al no ser una masa de croquetas, que no vamos a coger con la mano, podemos esperar menos tiempo a trabajar con ella.

TERMINACIÓN DEL PLATO:
Ya tenemos la bechamel básica por un lado, y el relleno de cebolla, tomate y mejillones picados por el otro.
Y también tenemos las conchas de los mejillones, que ahora deberemos limpiar de nuevo para quitarles las impurezas que no hayamos conseguido quitarles antes, y si lo hemos conseguido, para limpiarlas bien del todo.        
Entonces cogemos el relleno de mejillones, y con una cuchara lo vamos poniendo en cada concha, de manera que rebasen bien el nivel de la concha; hecho esto, le aplicamos por encima con otra cuchara una porción de bechamel cubriendo el relleno, los guardamos en una fuente y cuando ya tengamos todas las conchas completas, batimos dos huevos, pasamos las conchas enteras –la parte del relleno y la concha–, por el huevo batido, después empanamos bien todo con pan rallado, y a la sartén. Aceite caliente pero no demasiado, y abundante, para que podamos freír el mejillón por ambos lados dándole unas pocas vueltas.
Por último apartar con una espumadera los mejillones, o tigres, ya fritos, sobre una fuente con papel de cocina para que pierdan aceite, y luego servir a la mesa pasado un rato, esperando que se enfríen un poco.
Y como siempre desearos, buen apetito, buen provecho, y que seáis muy felices comiendo buenos alimentos.        

JRC

QUÉ SE VA A LLEVAR ESTA PRIMAVERA VERANO 2019

 El pantalón masculino
Es el pantalón que está arrasando entre las más expertas en la moda; ajustado y alto de cintura, ancho en la pernera y estrecho en el tobillo.
Pasteles
Como cada primavera, llegarán los tonos pastel para inundar escaparates y editoriales. Lo nuevo: este año se llevan en monocromía, mezclados con opuestos y complementarios y hasta cercanos al tono neón.
La nueva chaqueta de cuero



Dile adiós a la clásica (y bien ajustada) perfecto de cuero que lleva acompañándote temporada tras temporada, porque ahora su formato será XL. Las más reticentes ya os habréis animado con la biker de borreguito de Zara y las más ‘avanzadillas’ ya podéis haceros con el modelo más hype: con hombros redondeados, solapa grande, y silueta globo. Como recién salida de Regreso al Futuro.
La vuelta de la sahariana
Una chaqueta híbrido entre bomber, sobrecamisa, cazadora… La hemos visto de pana en Zara, en colores neutros y ajustada a la cintura. ¿No parece una gran aliada del entretiempo?
Plumas
Y la forma de llevarlas no será precisamente discreta, aquí más es mejor: combínala con lazos, lentejuelas, colores… como en esta chaqueta, excesiva y festiva donde las haya.
Nuevo ‘athleisure’
La tendencia que trajo el ‘chandalismo’ a nuestras vidas nos dice que ahora lo que mola es combinar prendas literales como mallas de ciclista, como prendas de vestir como una buena blazer.
Estampado ‘tie dye’
La tendencia más grunge y noventera dejará de ser exclusiva de estas tribus urbanas y llegará hasta las más fashionistas. ¿La prueba? La ecléctiva Verónica Heilbrunner ya lo lleva.
El traje bermuda
Para seguir yendo con estilo a la oficina en pleno verano. Los hay bien cortitos pero los que caen justo a la altura de la rodilla nos parecen de lo más elegantes.

Colores verano 2019
Amarillo, rojo, verde y violeta.
Moda verano 2019 para ellas: más es más
Ropa al cuerpo, diseños con flores, mucha falda y tachas por todos lados: esta primavera-verano, más es más. Te contamos cuáles son las tendencias 2019 en lo que es moda femenina.
Cintura,detalles, trajes de baño, vestidos de flores, neo navy (estilo marinero), faldas, mono, kimono, pantalón pijama, campera de jean, calzado, shorts, colores fuertes, zapatillas, colores suaves y mochilas.
 
Siete blusas especiales que funcionan mejor con un pantalón blanco: románticas, estampadas, de un solo hombro… estas son las partes de arriba que queremos disfrutar con el buen tiempo.

Los cinturones de hebilla se unen a las prendas inferiores para formar el tándem perfecto.
Los vestidos midi que de verdad son tendencia esta primavera-verano 2019 son solo cinco: quedan fenomenal con zapatillas y botines, además de con sandalias y alpargatas y van de las flores a los frunces: hacerte con uno de ellos es asegurarse un look redondo toda la temporada.

La falda midi que es tendencia  esta primavera-verano 2019 es la que nunca pasa de moda: de tejido ligero, largo por debajo de la rodilla, un poco de vuelo y un ligero brillo. Sí, nos referimos a la falda satinada.
EP

miércoles, 10 de abril de 2019

CROQUETAS DE BACALAO

INGREDIENTES
300 gramos de bacalao a trocitos o desmigado (podemos comprar migajas de bacalao) para cuatro comensales.
1 cebolla mediana
2 dientes de ajo o 1 diente, pero yo prefiero 2.
Para la bechamel:
100 gramos de mantequilla
100 gramos de harina
1 litro de leche entera
Pimienta negra
Nuez moscada
Perejil fresco picado
Sal al gusto
Para empanar:
Harina
3 huevos para batir
Pan rallado
Aceite de oliva
OBSERVACIONES:
  1.  Las croquetas no son un plato fácil ni rápido de hacer. Es quizá uno de los platos que exigen más elaboración y por tanto paciencia.
  2. Las croquetas, ese gran invento de la necesidad, nacieron para aprovechar las carnes sobrantes de estofados y cocidos, asados, u otros platos que no se habrían terminado de comer. Es decir, las croquetas son un plato que aprovecha las sobras.  Dicen que se inventó en la corte de Luis XIV, y que a principios del siglo XIX recibió su nombre del cocinero francés Antonin Carême. Pero al margen de estos datos históricos, lo cierto es que fue un plato que pronto se popularizó porque permitía hacer una exquisitez a base de sobrantes de otros platos, y con unos ingredientes tan humildes como la harina, la leche y la mantequilla.
  3.  Porque la base de unas buenas croquetas es ni más ni menos que la salsa bechamel, y no es fácil de hacer, pues como no te salga bien, si has hecho una bechamel muy compacta, las croquetas serán engrudo, y si has hecho una bechamel muy fina, las croquetas se te romperán en la sartén a la hora de freírlas. Y es en el justo medio donde está la excelencia, algo imposible de definir, que depende totalmente de la mano y sabiduría del cocinero. 
  4.  Partiendo de esta base, hoy se hacen croquetas con todos los ingredientes imaginables, ya sean las clásicas que aprovechan sobras, pero también de jamón serrano, o de bacalao –como ahora veremos–, o de gambas u otro marisco, o vegetarianas, con toda clase de hortalizas, de setas, incluso croquetas de patata, que no es lo mismo que las patatas rellenas, porque las croquetas llevan bechamel, que es el ingrediente estrella de este plato.    


Hechas estas aclaraciones, pasamos a la receta.

1)   En primer lugar hay que desalar el bacalao. Para ello tendremos los lomos de bacalao (o el bacalao desmigado), un mínimo de día y medio en agua, cambiando el agua cada cuatro horas, el cual guardaremos en el frigorífico durante el proceso, pues el bacalao sin la sal queda crudo y no deja de ser un pescado que debe conservarse en frío.
2)   Desalado el bacalao, si son lomos, habrá que quitarle la piel y las espinas y a continuación, lo partiremos en trocitos pequeños (tarea que nos evitamos si compramos migas de bacalao.)
3)   Picamos la cebolla en trozos muy finos y lo mismo los ajos.
4)   Ponemos la sartén a fuego bajo, y echamos en ella los 100 gramos de mantequilla hasta que se derrita (durante todo el proceso cocinaremos a fuego bajo); a continuación echamos para freír la cebolla y los ajos picados, dejamos que se sofrían unos cinco, seis minutos, y a continuación echamos el bacalao troceado o desmigado, y lo dejamos sofreír unos tres, cuatro minutos más. Si hemos desalado mucho el bacalao, habrá que probarlo no sea que esté soso, y este es el momento de rectificar con sal al gusto.
5)   Seguido a lo anterior echamos el perejil picado, los cien gramos de harina y dejamos que se cocine por un par de minutos para que pierda su crudeza, y cuando ya se haya integrado con el sofrito entonces echamos la leche, pero no toda de  golpe, sino a tandas, ligándola con los ingredientes, y es en estos primeros momentos de la bechamel, cuando añadiremos la pimienta negra y la nuez moscada al gusto (si se os va un poco la mano, no importa, suele gustar bien especiada.)
6)   Aquí donde empieza el misterio de unas buenas croquetas, porque debemos remover despacio con la varilla sin parar, el sofrito con la leche que vayamos añadiendo poco a poco durante al menos veinte minutos seguidos, es decir, que tenemos que estar veinte minutos removiendo y echando la leche espaciada, hasta ver que la bechamel toma la consistencia deseada y evitando que se nos pegue en la sartén y se socarre, porque eso pasará si dejamos de remover.
7)   Conseguido esto, cuando la masa ya no se pegue al fondo y paredes de la sartén sin necesidad de remover más, es un indicio de que ya está conseguida, y que tendremos una buena «masa» de croquetas.         
8)   Bueno, suponemos que somos unos artistas de la bechamel y que lo hemos hecho bien, pasados esos veinte minutos, apartamos del fuego la sartén y en una fuente alargada echamos la masa extendiéndola homogéneamente. La taparemos con un plástico, no por encima de la fuente, sino uniendo el plástico a la masa para que durante las cinco o seis horas que deberá estar en el frigorífico, no se forme costra mientras se enfría.
Antes de meter la fuente en el frigorífico, hay que dejar que se enfríe a temperatura ambiente por espacio de una hora al menos, es decir, que se atempere un poco antes de llevarla al frío, y esto vale para todos los platos calientes: nunca se debe meter un plato recién hecho o calentado en el frigorífico, pues el calor del plato eleva la temperatura interior del electrodoméstico, lo que puede comprometer la conservación e inocuidad de otros alimentos. ­       
           
 Otro apunte importante, yo he visto videos en que se ha utilizado aceite de oliva en vez de mantequilla; pues bien, en un video en particular de un afamado y televisivo cocinero, a la hora de freír las croquetas, algunas se le partieron en la sartén, y para mí tengo que si hubiera utilizado mantequilla eso no habría ocurrido. O sea que no os preocupéis si os salen mal las croquetas porque eso pasa hasta en las mejores familias. Pero una bechamel con aceite de oliva nunca tendrá la misma consistencia que si se utiliza mantequilla; la bechamel con aceite puede ir bien para repartirla encima de unos canelones o una lasaña, que luego en el horno se gratinará y hará más sabrosos esos platos, pero para dar consistencia a una bechamel de croquetas, me parece que no hay nada como el canon clásico de la mantequilla.
Y siempre la misma proporción: cien gramos de mantequilla (o de aceite de oliva si os decidís por esta grasa), por cien gramos de harina.
Como podemos comprobar, sólo para hacer una buena masa de croquetas, ya hemos empleado un mínimo de siete horas (hay cocineros que la dejan en el frigorífico de un día para otro, para que la masa tenga mayor consistencia), y a este tiempo hay que añadir la media hora larga de preparación de la propia masa en el fogón. Por eso decía que no es un plato rápido de hacer. En absoluto. 
            Y después viene la hora de la verdad: freír las croquetas.  
            Necesitaremos tres platos para garantizar la consistencia de un empanado crujiente conservando la jugosidad de la masa en el interior de la croqueta:
1)   Un plato con harina
2)   Un plato con los tres huevos batidos
3)   Un plato con el pan rallado
Cocineros expertos se saltan el plato con harina y les salen bien las croquetas, pero nosotros no lo somos, y para dar más consistencia a la capa exterior de la croqueta, primero la enharinamos.

Otro problema: la forma de las croquetas.
¿Cómo le damos la forma ovoidal o elíptica, que deben tener las croquetas clásicas?
Pues hay métodos para todos los gustos; por ejemplo, con dos cucharas soperas se puede hacer: primero con una cuchara se coge un trozo de masa que rebose, y con la otra se empieza a jugar, pasando la masa de una a otra cuchara, hasta darles consistencia y forma. Muy bonito pero hay que ser un manitas con mucha práctica.
¿El otro método? Como se ha hecho siempre: con las manos. Nos lavamos bien, y antes de empezar es conveniente que nos untemos las manos con unas gotitas de aceite para que la masa no se nos pegue, y ¡hala! ¡A la tarea, que tampoco es manca! Primero cogemos una porción que nos quepa en el hueco de la palma, hacemos una bolita, y luego la aplastamos dándole vueltas hasta que toma la forma ovalada típica de la croqueta de siempre.

A continuación la enharinamos, la pasamos por el huevo batido y la echamos al pan rallado (siempre en este orden), para que se embadurne bien por toda la superficie, y hecho esto se pasa a una fuente. Una vez que tengamos la fuente llena de las croquetas que han salido, pasamos a freírlas. 

¿Temperatura del aceite de oliva en la sartén? Pues no muy caliente porque se nos quemarán, ni por supuesto fría, que se nos desharán. Una temperatura media, y la sartén llena de aceite para que las croquetas no se peguen al fondo, las echamos y les damos un par de vueltas para que se hagan bien por todos lados, luego las apartamos con una rasera y las ponemos en un plato con papel de cocina para que pierdan el aceite sobrante. Y así hasta terminar la masa entera haciendo croquetas.

Entre que les damos forma, las empanamos y las freímos no baja de una hora cocinando, y vigilando que no se nos rompan las croquetas en el proceso. Otra vez paciencia y mano.

Por último, si todo nos ha salido bien, las croquetas las presentamos triunfalmente en una fuente haciendo una pirámide truncada, y si al personal le gustan las croquetas, fijo que se las comen en menos que canta un gallo. Medio día haciendo croquetas para un cuarto de hora devorándolas. Este es el gran triunfo de este plato, porque como los comensales se las dejen en la fuente… ¡menudo fracaso!   
     
Y ya nada más, salvo desearos como siempre, buen provecho, buen apetito, felicidad y buenos alimentos.

JRC  

DALE AL COCO 4

Hoy os planteamos un ejercicio de lenguaje y atención.
Tienes arriba una serie de letras, desordenadas, tienes que ordenarlas para formar una palabra que se corresponda con un dibujo de los que están abajo.
Dale al coco

JLS

SEMANA SANTA EN ZARAGOZA


La Semana Santa de Zaragoza ha estado vinculada principalmente, a lo largo de su historia, a dos instituciones religiosas: la Venerable Orden Tercera de San Francisco de Asís, que siempre ha tratado de fomentar la devoción por los misterios de Cristo acercándolos al pueblo, y la Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia. La historia de la Semana Santa zaragozana se remonta al siglo XIII, época en la que aparece la Hermandad de la Sangre de Cristo. A pesar de todo, la historia de la celebración de la Semana Santa en Zaragoza es confusa, debido a que muchos de los documentos referentes a ella, se quemaron durante la Guerra de la Independencia en 1808 o se extraviaron.
 El momento en el que la Semana Santa zaragozana adquiere la estética actual es en el año 1936, cuando, después de una huelga de los terceroles, un grupo de fieles de la imagen de la Piedad, crean una cofradía para poder sacar a la Virgen de la Piedad por las calles de Zaragoza, adquiriendo el capirote como prenda de cabeza y copiándolo de Andalucía. Tras la fundación de la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro (primera cofradía de Zaragoza) se comenzarían a constituir nuevas cofradías, pudiendo afirmarse a partir de este momento que comienza la etapa moderna de la Semana Santa de Zaragoza
.
En los años 40, la Cofradía de las Siete Palabras y de San Juan Evangelista, fundada por un grupo de jóvenes de Acción Católica, introducen un piquete de tambores durante su cortejo procesional copiándolo del Bajo Aragón, siendo esto copiado a partir de entonces por la práctica totalidad del resto de las cofradías zaragozanas, unas 25 en total.



Diremos, para finalizar, que entre los actos más destacados de la Semana Santa de Zaragoza destacan la Procesión General del Santo Entierro y la Procesión del Encuentro, entre otros muchos.


AS

miércoles, 3 de abril de 2019

LA PANA


La pana, es un tejido grueso, de tacto áspero, semejante al terciopelo, liso o compuesto por fibras entrecruzadas que cuando están en paralelo forman el distintivo motivo con acanaladuras (bastones) verticales de pequeño tamaño, pero también pueden ser un poco más gruesos. 

A diferencia del terciopelo, que se teje a base de seda, la pana se fabrica en algodón. Por su grosor se suele usar para la confección de prendas invernales de todo tipo, incluyendo pantalones, camisas, y chaquetas. La tela también puede ser empleada para cubrir cojines o en general como sustituto del terciopelo. 

La pana se realiza mediante una técnica llamada el método de llenado-pila - un tejido de algodón liso o sarga se utiliza para la base, mientras que los rellenos adicionales se hacen flotar sobre la base para crear un diseño de textura en relieve. Los pilotes se cortan a alrededor de un octavo de pulgada.

HISTORIA
Existen prendas hechas de pana desde al menos la década de 1770, cuando la producción en masa de los pernos de tela estaba a punto de comenzar. El terciopelo, la inspiración para la fibra de pana, data de mucho antes. Inicialmente fue desarrollado para ropa de trabajo gracias a su calidez y robustez del tejido.


CUIDADO
La pana puede arrugarse; es ideal para utilizar el vapor para eliminar las arrugas.
La pana se trata de un tejido muy barato y resistente, de ahí que durante la revolución industrial se hiciese tan codiciada por los trabajadores. Con el tiempo, los niños fueron sus máximos exponentes de estilo y calidad.

ESTILISMO DE LA PANA
La pana es una de esas prendas de ropa que necesitan de todo un asesor de estilo para que puedas saber qué de guía de estilo seguir. No es un material fácil de combinar, ya que su aspecto tosco y grueso puede resultar un tanto llamativo, y no para bien. Pero la moda te puede dar muchas sorpresas y esta es la nueva tendencia que vuelve con más fuerza que nunca: de las pasarelas a la calle.
Podríamos decir que, no es tan fácil de colocar en un estilismo como una camisa de algodón básica o un pantalón vaquero básico.
La estética que predomina en cada una de las piezas que conforman este tejido, es muy rústica y de aspecto totalmente setentero.
 EP