La construcción del
estadio de La Romareda fue debida, sobre todo, al empeño personal del entonces
alcalde de Zaragoza, Luis Gómez Laguna, y también al de su sucesor, Cesáreo
Alierta, en aquellas fechas presidente del Real Zaragoza. El campo de Torrero
se había quedado viejo y pequeño, y la economía del Real Zaragoza se asfixiaba
en un campo de sólo 20.000 espectadores. Había, como ahora, la necesidad de ir
a una nueva instalación, y Alierta, uno de los grandes presidentes de la
historia del Zaragoza, ya esbozó el proyecto del nuevo campo, y hasta su
ubicación, en una recordada asamblea de socios en 1954.
El 9 de febrero de 1956, el Pleno del Ayuntamiento de
Zaragoza aprobaba la construcción del nuevo campo, y, seis meses después, se
falló el concurso público a favor de la empresa Agromán, que llegó a emplear
350 obreros en los 15 meses de construcción. Las obras comenzaron el 19 de
septiembre y el campo se entregó oficialmente el 15 de agosto de 1957, tres
semanas antes de su inauguración oficial, el 8 de septiembre de ese mismo año,
con el partido Zaragoza-Osasuna, cuyo resultado fue de 4-3 a favor del equipo
local.
Conviene destacar que, con el tiempo, también La Romareda se
quedó pequeña y la primera remodelación fue ejecutada en 1976. Los éxitos de
los Zaraguayos obligaron al entonces presidente José Ángel Zalba a promover una
ampliación hasta los 43.524 espectadores. La reforma consistió en alzar las
localidades de Gol hasta la altura de las tribunas. La siguiente reforma fue
inmediata, obligada por la celebración en España del Mundial 82, mientras que
la tercera se produjo con la ocasión de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
La última llegó en 1994, al transformarse todas las localidades de pie en
sentadas, con una disminución de su aforo hasta las 34.500 plazas actuales.
AS