Pasado mañana tengo fiesta familiar. Mi sobrina Laurita
cumple tres años y nos vamos a reunir todos, los yayos y los tíos, sus padres y
su hermana. Nos reuniremos el sábado y nos tendrá preparado un sombrero para
cada uno: el de vaquero, el de vikingo, el de soldado…
Conforme vamos llegando a su casa, Laurita nos pone a cada
uno un sombrero distinto y se pone nerviosa, se estira la falda y se la limpia
de un sucio imaginario. De repente se oye Pis, Pis, Pis y Laurita se va corriendo al
orinal que tiene en el cuarto de baño. Ya sabe la sensación que se tiene y
corre rauda para que no se le escape.
Mi hermano nos saca ganchitos y coca colas. Nos echamos unas
risas y cogemos cada uno un trozo de tarta. Justo en cuanto se acaba el
cumpleaños… nos vamos a Jaca. Retrasamos el viaje cuatro o cinco días para poder estar con
Laurita el día de su cumpleaños. Y mi madre es inflexible: el cumpleaños de su
nietita es lo primero y Jaca es secundario. Nada más llegar, como es tradición
familiar me toca pagar un helado de dos bolas de cucurucho a mis padres y a mi
hermano. Después al apartamento a cenar
y un paseíto nocturno.
Al día siguiente los hombres de la casa subimos un monte
cercano: el Rapitán. Mi madre se queda en el apartamento porque le dan miedo
las alturas. Volvemos a casa y comemos lo que ha preparado (toco madera, porque
últimamente está bastante mal de la espalda y se queda bastante en la cama). Por la tarde otra tradición familiar : nos vamos a la Patata
y esta vez paga mi hermano. El sitio, no se llama la patata, pero como si lo
fuera. Nos ponemos hasta el gorro, pedimos papas, coca colas y a pasarlo bien.
El día siguiente toca ir a Francia. Vamos en el coche de mi
hermano a un pueblecito cerca de la frontera donde venden quesos buenísimos y
baratos. Todos contentos, menos mi hermano que está que trina porque odia el
hecho de ir a Francia. Tiene esa manía, qué se le va a hacer.
En los días siguientes nos vamos a los pueblos cercanos en
plan turista y nos ponemos morados con las comidas que nos hacen mi madre y mi
hermano (más este último, que es un fiera en hacer comidas.)
Cuando nos queremos dar cuenta llega la hora de volver a
Zaragoza y de recoger. Echaremos de menos Jaca durante todo el año
hasta que podamos volver otra vez. Llegamos a Zaragoza y Adunare me está esperando. A mi padre
la taracea. A mi hermano el trabajo y a mi madre el llevar la casa. ¡Qué pena que lo bueno se acabe tan pronto!
J.M.M.