El
Museo del Prado, como bien es sabido, fue inaugurado en tiempos del reinado de
Fernando VII, concretamente en el año 1819, cuyo edificio, inicialmente, fue
creado por el arquitecto Juan de Villanueva en 1785 para albergar la sede del
Gabinete de Ciencias Naturales por orden de Carlos III. No obstante, el destino
final de esta construcción no estaría claro hasta que Fernando VII, impulsado
por su esposa la reina Isabel de Braganza, tomó la decisión de destinar este
edificio a la creación de un Real Museo de Pinturas y Esculturas. El Real Museo,
que pasaría pronto a denominarse Museo Nacional de Pintura y Escultura y
posteriormente Museo Nacional del Prado, abrió por primera vez al público en
1819.
El
primer catálogo constaba de 311 pinturas, aunque para entonces en el Museo se
guardaban ya 1510 obras procedentes de los Reales Sitios. Las valiosísimas
Colecciones Reales, origen de la colección del actual Museo del Prado,
empezaron a tomar forma en el siglo XVI bajo los auspicios del emperador Carlos
V y fueron sucesivamente enriquecidas por todos los monarcas que le sucedieron,
tanto Austrias como Borbones. A ellos se les deben los tesoros más emblemáticos
que se pueden contemplar hoy en el Prado, como El jardín de las Delicias de El Bosco, Carlos V en Mühlberg de Tiziano, el Autorretrato de Durero, Las
Meninas de Velázquez o La familia de
Carlos IV de Goya.
Desde
la fecha de la fundación del Museo han ingresado más de dos mil trescientas pinturas y gran cantidad de
esculturas, estampas, dibujos y piezas de artes decorativas por Nuevas
Adquisiciones, en su mayoría donaciones, legados y compras. Es el caso, por
ejemplo, de las Pinturas Negras de Goya, por ser el caso más significativo
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