Cada cinco de marzo se conmemora
en Zaragoza una fiesta de carácter popular, miles de ciudadanos celebran con
una comida campestre la expulsión de las tropas carlistas.
Tras la muerte del rey Fernando
VII, se produjo una pugna por la sucesión al trono entre su hija doña Isabel y su
hermano Don Carlos. La ciudad de Zaragoza constituía una magnífica posición
estratégica, que llevó al militar Juan Cabañero, partidario de Don Carlos, a intentar su ocupación. El ataque a la
ciudad tuvo lugar el 5 de marzo de 1838. Esa noche las tropas carlistas
tomaron Zaragoza a duras penas ante la resistencia de los zaragozanos que se
defendieron con cuchillos, utensilios de cocina y de agricultura, armas de caza
y aceite y agua hirviendo. Las tropas leales a la reina Isabel, junto a los zaragozanos, defendieron la
ciudad y los Carlistas se retiraron.
Cuentan que el general Cabañero se pidió
un chocolate, pero no tuvo tiempo de
tomárselo porque tuvo que salir huyendo a toda prisa. La rápida reacción de la población
zaragozana fue motivo para añadir al escudo
de la ciudad la titulación de "Siempre Heroica". En
los años siguientes el Ayuntamiento constitucional de Zaragoza declaró festivo
el aniversario y lo conmemoró oficial y solemnemente.
El 4 de marzo de 1937, el Ayuntamiento acordó suprimir oficialmente la fiesta por la Guerra Civil y no volvió a celebrarse hasta 1977. Durante esos cuarenta años la calle Cinco de Marzo pasó a denominarse Requeté Aragonés.
En 1977 se recuperó la fiesta. Desde entonces, se celebra la fiesta en Zaragoza como una jornada lúdica y reivindicativa. Además de la comida campestre, diversas peñas, grupos políticos y asociaciones sociales y culturales instalan mesas y puestos que aprovechan como espacio informativo de sus actividades.
Los zaragozanos colman el lugar de celebración, este año ha sido en la arboleda de Macanaz, en un día festivo de convivencia, en el que se preparan ranchos y carnes asadas, y donde no faltan pasacalles, verbenas, conciertos y animación callejera.
Algunos Zaragozanos creen que se debería cambiar el nombre a la fiesta y renombrarla con un título que potencie los valores del respeto y la participación ciudadana, por ejemplo “Fiesta de la Primavera”.
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